Restauración de un buró estilo ingles del siglo XIX

Aquí lo tenemos, desvencijado, deslucido. Nadie le prestaría mucha atención en el estado en el que estaba este buró secreter estilo ingles de finales del siglo XIX principio del XX.

Pero como nos gustan los retos lo llevamos al taller y comenzamos una coordinada operación que transformó este viejo mueble en una auténtica pieza de coleccionista.


Es un antiguo cabinet ingles de madera noble. Consta de tapa abatible (que le faltaba) y tres cajones, más otros dos pequeños en la parte superior del mueble, con bonitos tiradores de acabado bronce envejecido.

En el interior, la parte del escritorio presenta cuatro cajones, con dos pequeños espacios en su parte superior para papelería, dos espacios abiertos con molduras modeladas, rematados en forma colonial y en la parte central consta de una puerta con una elegante decoración.

Todo el interior se realizo de manera artesanal, a mano y con cuidadísimo detalle.

Detallamos los pasos que seguimos para restaurarlo.





Primero lo tratamos contra la carcoma. Presentaba una zona afectada con varios orificios de estos indeseables habitantes de muebles antiguos de madera de calidad, ya que estos insectos son muy exquisitos.
Nada preocupante, parecía estar inactiva, pero ante la duda lo mejor es tratar y mantener en cuarentena de más de tres meses.


Lijamos por completo, tapamos las imperfecciones que creímos oportunas respetando algunas que le aportaban carácter y esencia a la pieza. Hay que tener cuidado a la hora de restaurar ya que a veces se restaura tanto que el mueble pierde parte de su encanto y parece una pieza nueva e insulsa.


Comenzamos a diseñar el interior del escritorio, el alma de este mueble. Todo se hizo a mano, de manera artesanal, tratando en medida de lo posible respetar la antigüedad de la pieza. Queríamos que llevara pequeños cajones, aunque esto fuese más laborioso sabíamos que le aportaría más belleza. También diseñamos unas molduras y una puerta central con cierre imantado.


Íbamos poco apoco, probando, midiendo hasta que nos sentíamos a gusto con lo que habíamos creado. A pesar de ser mucho trabajo y muchas horas destinadas a una sola zona, fue muy gratificante ver el resultado.













Ya con el interior planteado y casi acabado teníamos que crear la puerta que le faltaba. Lo hicimos con un tablón de madera maciza que fuimos modelando hasta que encajaba a la perfección.



La moldura de uno de sus cajones estaba rota, sabíamos que encontrar una igual iba a ser imposible debido a su antigüedad, aun así recorrimos toda la ciudad y parte de los alrededores en busca de una carpintería o antigua ebanistería que tuviera ese diseño. No lo encontramos, teníamos la opción de cambiarlos todos por unos actuales pero la idea no nos gustaba, era quitarle parte de su antigüedad,  así que decidimos restaurarlo como fuese.
Tomamos un molde de la moldura y a partir de ese molde creamos la parte que le faltaba con una masilla muy resistente.




A pesar de haber hecho un molde tuvimos que remodelar, lijar y retocar hasta que apenas se notaba el añadido.
Dimos una mano de imprimación a todo el mueble, pintamos el interior del escritorio de verde oliva, envejecimos y enceramos.




Le pusimos una moldura a la tapa que habíamos construido previamente para que siguiese el mismo patrón que el resto del mueble. Y terminamos de colocar el cierre para la llave. 


Pintamos todo el mueble con pintura a la tiza en blanco vintage y luego envejecimos y enceramos.

Para finalizar le pusimos unos tiradores de acabado bronce envejecido. 












Ha sido una restauración larga y compleja, pero los resultados han sido muy buenos y el mueble luce con brillo propio.

¿Que os ha parecido? ¿Creéis que merece la pena restaurar muebles vintage para darles una segunda oportunidad?     















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